El tecladista y compositor Rick Wakeman brindó anoche una verdadera lección de rock progresivo con su obra conceptual “Viaje al centro de la tierra”, secundado por su banda, orquesta sinfónica, coro y un narrador, en el segundo de sus tres conciertos en un teatro Gran Rex completo.
La obra, que ya cumplió 40 años, mantiene su vigente esencia y demuestra la profundización de un camino que había iniciado en 1973 con “Las seis esposas de Enrique VIII”, que tocará esta noche en la despedida de Buenos Aires.
Enfundado en una capa oscura con motivos blancos y plateados, Wakeman entró al escenario unos minutos después de las 20, se ubicó detrás de un arsenal de teclados, y durante la hora y media que duró el concierto se lo vio absolutamente concentrado más allá de algunos guiños y sonrisas dirigidas a Guy Protheroe, el director de orquesta que condujo a este ensamble de 30 músicos, 30 voces, la banda del británico y dos cantantes.
Todos ellos recorrieron sin pausas ni fisuras los cuatro movimientos que componen esta obra basada en el libro de ciencia ficción del francés Julio Verne.
Los años pasaron, Wakeman ya no es el flaco de pelo largo que se enfundaba en estrafalarias ropas blancas, pero sus dedos siguen teniendo la rapidez y la sensibilidad de toda la vida, esa que le valió durante años marcar el pulso de Yes, aunque la pirotecnia musical de antaño parece haber dejado lugar a notas más apocadas, seguras y contundentes.
Su sonido sigue intacto y, aunque tiene su anclaje en los 70, sigue siendo el más moderno y vanguardista de los músicos de la guardia vieja del rock sinfónico.
Quienes desde siempre escucharon la narración del disco en su versión original en inglés, esta vez pudieron disfrutarla traducida al castellano y narrada por Iván Espeche quien, una vez terminado el concierto, fue reconocido por el mismo Wakeman.
Los vocalistas solistas fueron Ashley Holt –que participó de la ya legendaria grabación original- y Florencia Benítez, que aportaron performances perfectas y no dejaron lugar a la nostalgia por pasadas interpretaciones.
Una vez terminado el relato en su totalidad, y ante la insistencia del público que colmó la sala, Wakeman anunció un final diferente al que suele hacer, y entonces, él y su banda tuvieron que tocar un bis que se retrasó por un pequeño desperfecto en los teclados.
El tema elegido fue un fragmento de la misma obra presentada que continúa siendo la más vendida del rock sinfónico con 40 millones de unidades en todo el mundo.
Allí fue donde a banda improvisó hasta que Wakeman reapareció con un teclado portátil y se trenzó en un gran contrapunto con el guitarrista Dave Colquhoun, que tocó con una bota ortopédica que no pareció molestarle ni siquiera para accionar la pedalera de su guitarra.
La eficiente, compacta y potente banda, que se completó con el histórico Tony Fernández (30 años junto a Wakeman) en batería y Nick Beggs en bajo, entregó dos bises que pusieron a los espectadores de pie, emocionando al artista.
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